
La disponibilidad de los medicamentos, la necesidad de transgresión o la búsqueda primordial del placer son factores que han alimentado esta práctica alrededor del mundo.

Con sólo poner en cualquier buscador de Internet los componentes de origen anglosajón “bare” y “back”, el desear rebasa cualquier posibilidad humana de revisar siquiera el uno por ciento de los más de 19 millones 400 mil
resultados obtenidos sobre esta práctica "
resultados obtenidos sobre esta práctica "

La epidemia del VIH entre hombres que tienen sexo con hombres es deliberadamente más común en los hombres gays, aunque no se podría descartar al sector de los HSH, y considera que factores como la “fatiga de la prevención”, la disminución de la percepción de la gravedad y la susceptibilidad a una infección de VIH y el conocimiento de la existencia de medicamentos antirretrovirales más eficientes ha provocado que algunas personas no consideren al VIH como un padecimiento severo.
Tratar o no tratar

Una intimidad sin barreras
El sexo desprotegido –rechazo admitido o no del uso del condón en cada contacto sexual– ha dejado de ser un episodio ocasional, un tropiezo o accidente. En algunos casos, se ha vuelto una práctica deliberada, incluso organizada, que ha generado una subcultura específica, la de aquellas personas que tienen sexo sin la barrera protectora del condón, una práctica que en los países anglosajones se conoce como barebacking (sexo a pelo).

Primeramente, que el barebacker rechaza la normatividad impuesta y asume la transgresión, de paso también el riesgo de enfermedades, al tiempo que construye una subcultura que es a la vez identidad y conducta. Reivindica también la fantasía, denunciando que el discurso profiláctico médico tiene como misión cancelar toda consideración sobre las fantasías, la intimidad e incluso el placer.
Existen básicamente tres tipos de barebackers:
a) el que no desea transmitir el virus,
b) aquél a quien le resulta indiferente hacerlo,
c) el que opta por transmitirlo deliberadamente, constituyendo este último, estadísticamente, una minoría que por lo demás no se
esconde.

En una relación sexual de riesgo, sin intención deliberada de transmitir el virus, impera, sin embargo, una lógica de auto engaño compartido: el seropositivo razona: si mi compañero no me pide que use condón es que debe ser seropositivo como yo; el seronegativo, por su parte, concluye: si él acepta penetrarme sin condón es que debe ser seronegativo como yo.
En realidad, la conducta no es tan anómala o infrecuente como pudiera pensarse, pues la gran mayoría de la población practica el bareback al no sentirse realmente en riesgo epidemiológico, y dicha práctica sólo se estigmatiza cuando surge en una comunidad gay considerada de alto riesgo.
Casi nadie imagina hoy que la vieja máxima del sexo seguro (‘Use condón en cada ocasión’) deba aplicarse en su caso personal, y sí para toda aquella persona cuyo placer parezca menos significativo o legítimo que el propio.
PRÓXIMAMENTE...
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