Socialmente cuestionado y condenado, el bareback, una práctica sexual entre hombres, quienes de manera deliberada no utilizan condones, también representa un dilema para la ciencia, la salud e incluso la bioética.
La disponibilidad de los medicamentos, la necesidad de transgresión o la búsqueda primordial del placer son factores que han alimentado esta práctica alrededor del mundo.
"Te lleno el culo de leche”, “méteme hasta el webo”, son algunas de las frases inscritas en diferentes espacios virtuales de contacto entre hombres que practican el bareback, un fenómeno asociado al creciente uso del Internet, sobre todo de las redes sociales donde las invitaciones para asistir a algún encuentro donde haya sexo sin protección entre hombres son cuantiosas.
Sexo de a de verasLas causas por las que una persona decide tener prácticas sexuales de riesgo son muchas, algunas de las razones que alientan dicho comportamiento son: el poder del placer sexual (“si no entiendes el riesgo sexual es, probablemente, porque no aprecias el deseo sexual”), la rápida expansión de la escena gay en “un amplio sector de negocios que ofrece servicios de contacto sexual y lugares para practicar sexo”, la continua denigración de la homosexualidad en la sociedad y el aislamiento emocional que conlleva, la automedicación con alcohol y drogas, la creencia generalizada de que el “sexo real” es el sexo anal, el fetichismo y la consideración del sexo anal sin protección como un comportamiento transgresor, las normas culturales individualistas que rechazan las nociones de responsabilidad y el sesgo optimista de decirse a sí mismo que los riesgos son menores de lo que son.
Con sólo poner en cualquier buscador de Internet los componentes de origen anglosajón “bare” y “back”, el desear rebasa cualquier posibilidad humana de revisar siquiera el uno por ciento de los más de 19 millones 400 mil
resultados obtenidos sobre esta práctica "
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Sexo de a de verasLas causas por las que una persona decide tener prácticas sexuales de riesgo son muchas, algunas de las razones que alientan dicho comportamiento son: el poder del placer sexual (“si no entiendes el riesgo sexual es, probablemente, porque no aprecias el deseo sexual”), la rápida expansión de la escena gay en “un amplio sector de negocios que ofrece servicios de contacto sexual y lugares para practicar sexo”, la continua denigración de la homosexualidad en la sociedad y el aislamiento emocional que conlleva, la automedicación con alcohol y drogas, la creencia generalizada de que el “sexo real” es el sexo anal, el fetichismo y la consideración del sexo anal sin protección como un comportamiento transgresor, las normas culturales individualistas que rechazan las nociones de responsabilidad y el sesgo optimista de decirse a sí mismo que los riesgos son menores de lo que son.
La epidemia del VIH entre hombres que tienen sexo con hombres es deliberadamente más común en los hombres gays, aunque no se podría descartar al sector de los HSH, y considera que factores como la “fatiga de la prevención”, la disminución de la percepción de la gravedad y la susceptibilidad a una infección de VIH y el conocimiento de la existencia de medicamentos antirretrovirales más eficientes ha provocado que algunas personas no consideren al VIH como un padecimiento severo.
Tratar o no tratar
La propuesta científica para prevenir nuevas infecciones en este sector de la población radica en el tratamiento profiláctico pre exposición (PrEP), es decir, la toma de medicamentos antirretrovirales antes de un encuentro sexual de riesgo a fin de evitar una infección de VIH.
Una intimidad sin barreras
El sexo desprotegido –rechazo admitido o no del uso del condón en cada contacto sexual– ha dejado de ser un episodio ocasional, un tropiezo o accidente. En algunos casos, se ha vuelto una práctica deliberada, incluso organizada, que ha generado una subcultura específica, la de aquellas personas que tienen sexo sin la barrera protectora del condón, una práctica que en los países anglosajones se conoce como barebacking (sexo a pelo).
El término de bareback era prácticamente desconocido, aun cuando la práctica existiera. La disminución de un riesgo de muerte a corto plazo por consecuencias del sida hizo, sin embargo, que proliferara la práctica del sexo sin condón, y que dicha práctica abandonara el terreno de la estricta intimidad para socializarse y crear una subcultura específica, con una comunidad claramente identificada y formas de comunicación a través de internet y puntos de encuentro comunitario.
Primeramente, que el barebacker rechaza la normatividad impuesta y asume la transgresión, de paso también el riesgo de enfermedades, al tiempo que construye una subcultura que es a la vez identidad y conducta. Reivindica también la fantasía, denunciando que el discurso profiláctico médico tiene como misión cancelar toda consideración sobre las fantasías, la intimidad e incluso el placer.
Existen básicamente tres tipos de barebackers:
a) el que no desea transmitir el virus,
b) aquél a quien le resulta indiferente hacerlo,
c) el que opta por transmitirlo deliberadamente, constituyendo este último, estadísticamente, una minoría que por lo demás no se
esconde.
Por lo general existe en el barebacking una seguridad negociada cuando en una pareja ambos son seronegativos y asumen el compromiso de la fidelidad; o un acuerdo tácito de compartir el riesgo en lo que llama serosorting, cuando los dos miembros de la pareja son seropositivos, y también un posicionamiento estratégico frente al riesgo cuando la pareja es serodiscordante (uno VIH positivo, el otro negativo). En los dos últimos casos existe un cálculo de reducción de posibles daños.
En una relación sexual de riesgo, sin intención deliberada de transmitir el virus, impera, sin embargo, una lógica de auto engaño compartido: el seropositivo razona: si mi compañero no me pide que use condón es que debe ser seropositivo como yo; el seronegativo, por su parte, concluye: si él acepta penetrarme sin condón es que debe ser seronegativo como yo.
En realidad, la conducta no es tan anómala o infrecuente como pudiera pensarse, pues la gran mayoría de la población practica el bareback al no sentirse realmente en riesgo epidemiológico, y dicha práctica sólo se estigmatiza cuando surge en una comunidad gay considerada de alto riesgo.
Casi nadie imagina hoy que la vieja máxima del sexo seguro (‘Use condón en cada ocasión’) deba aplicarse en su caso personal, y sí para toda aquella persona cuyo placer parezca menos significativo o legítimo que el propio.
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